El ciclismo me enseñó…
Que uno no se rinde y no deja de pedalear nunca, ni se detiene hasta llegar a la meta o a ese premio de montaña.
El ciclismo me enseñó…
Que no importa lo cansada que esté, lo agotada que me sienta, siempre puedo avanzar un kilómetro más y otro más más, hasta llegar.
El ciclismo me enseñó…
Que cada día es una oportunidad para mejorar y superarme a mi misma.
Y que cada cansancio, que cada caída me hace más fuerte.
El ciclismo me enseñó…
Que yo soy la arquitecta de mi destino, que yo decido el camino que quiero tomar cada día y que cada pequeño pedalazo es un peldaño valioso para llegar.
El ciclismo me enseñó..
Que en compañía y en equipo la distancia se hace más corta y más placentera aunque no se medien palabras.
El ciclismo me enseñó…
Que nunca hay que juzgar la bicicleta de nadie, porque no se sabe cuanto luchó y sacrificó por estar sobre ella.
El ciclismo me enseñó que nunca debo alegrarme si gano en el camino, porque no sé de donde viene el otro y cuan cansado está.
El ciclismo me enseñó…
Que la vida sobre ruedas puede ser humana y ser veloz, sin chasis, ni motor.
El ciclismo me enseñó…
Que la carrera solo termina en la última milésima de segundo y cada una de ellas es valiosa en la decisión final.